Se acabaron los tiempos de “el número que ha marcado no existe”, del “si
llama para pagar sus recibos pulse uno”, del “prepárese para seguir 20
kilómetros por la carretera” y de otros epítomes del habla robótica que
colonizan nuestro paisaje acústico y asustan a los niños. Las máquinas
del futuro inmediato no nos van a hablar así, sino interrumpiendo con su
respiración las frases igual que lo hacemos nosotros, entonando su
melodía de acuerdo con el significado, representando la duda con
vacilaciones silábicas y ruidos agramaticales. Las nuevas voces
robóticas que ha desarrollado la rama de inteligencia artificial de
Google (DeepMind, o WaveNet, según la creciente complicación taxonómica
del gigante empresarial) suenan como nosotros cuando hablamos, como puedes leer en Materia.
El usuario del teléfono, el ordenador o el GPS del coche sería incapaz,
en una prueba a ciegas, de distinguir la voz del robot de la de una
persona.
El milagro se debe a la tecnología computacional que ha revolucionado
el campo de la inteligencia artificial en los últimos años. Se llama Deep learning, o aprendizaje profundo. El deep de Google DeepMind viene de ahí, y quizá sea una exageración filosófica (sugiere un pensamiento
profundo, y no es eso, al menos de momento), pero también es una
realidad tecnológica. Las redes neurales (programas inspirados en las
neuronas biológicas) del deep learning se organizan en decenas o
cientos de capas de abstracción progresiva, como nuestro cerebro, y
deben a esa arquitectura su modelo interior del mundo, también como
nuestro cerebro. Todavía no saben pensar, pero sí saben ya imitar la voz
humana hasta hacer creer al usuario que está hablando con una persona.
Es una versión sonora del test de Turing. El matemático británico que
concibió la inteligencia artificial, además de descifrar los códigos de
los submarinos nazis, propuso que las máquinas alcanzarían la
inteligencia cuando se hicieran pasar por un ser humano. Por supuesto,
los generadores de voz de Google DeepMind no pasarían el test de Turing:
no imitan el pensamiento humano, sino la forma de hablar. Hay mucha
gente que cree que las máquinas nunca podrán pensar como nosotros. Si yo
tuviera dinero no lo pondría en esa casilla, pero cada cual es libre de
arruinarse como prefiera.
http://elpais.com/elpais/2016/09/23/ciencia/1474641823_322584.html
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